Summary: | La escasez del recurso hídrico y el deterioro de la calidad del agua se han
convertido en una de las fuentes de riesgo más importantes a nivel global
(Flörke et al., 2018). Por lo tanto, mejorar la eficiencia en el uso del agua
se considera una ruta fundamental para garantizar la seguridad alimentaria
y aliviar la escasez (Benedetti et al., 2019), más cuando el sector agrícola ya
es responsable del 70 % de la demanda mundial de agua y se espera que
su disponibilidad disminuya en un 40 % para 2030 (Foley et al., 2011). En
Colombia, la agricultura es el sector productivo que mayor demanda de agua
genera en el país; para 2020 esa demanda se calculó en un 43,25 % del total
(Instituto de Hidrología Meteorología y Estudios Ambientales [Ideam], 2023).
Además, en comparación con otros usos, el agua utilizada en la agricultura
suele tener menores retornos (Young & Loomis, 2014); por consiguiente, la
necesidad de guiar las decisiones de gestión del agua se encuentra entre los
problemas más importantes para garantizar el uso eficiente y sostenible de
los recursos hídricos agrícolas (Bai et al., 2017).
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