Sumario: | El potencial de Trichoderma spp. como agente de
control biológico de fitopatógenos fue reconocido inicialmente en 1930, reportándose en los
años subsiguientes el control de muchas especies
(Aluko y Hering, 1970; Bliss, 1951; Chet, 1987; Elad
y Kapat, 1999; Harman, 2001; Howell, 1982; Lifshitz et al., 1986; Lumsden et al., 1992, Sharon et al.,
2001; Wells et al., 1972; Yedidia et al., 1999, 2000;
Zhang et al., 1996) y culminando en 2004 con 16
productos registrados ante la ‘United States Environmental Protection Agency’ (EPA) junto con
muchos otros registrados en India, Israel, Nueva
Zelanda y Suecia (Howel et al., 2003), recomendados tanto para el control de patógenos del suelo
y foliares como para la inducción del crecimiento
vegetal.
A nivel nacional, los desarrollos sobre este microorganismo han sido lentos; los primeros estudios sobre Trichoderma como agente de control
biológico se reportaron en 1980, y ha sido en los
últimos años en que se han registrado ante el ICA
varios productos a base de este microorganismo,
comercializados para el control de enfermedades
causadas por hongos del suelo (ICA, 2009).
|