Sumario: | Las plantas cultivadas a campo abierto están sometidas a una serie de problemas y peligros, como el estrés calórico por altas o
bajas temperaturas y factores meteorológicos, entre ellos la lluvia, el granizo y las heladas (Figura 1.1). Estas condiciones adversas son especialmente perjudiciales en algunas especies que
en general no ocupan grandes extensiones de tierra (por ejemplo, los cultivos
de flores y hortalizas) y en aquellas que en condiciones climáticas adversas se
ven sometidas a daños, retrasos de crecimiento, disminuciones de su producción, ataque de plagas y enfermedades, desórdenes fisiológicos y mortandad de
plantas; haciendo de estos cultivos negocios con alto grado de incertidumbre
y aumento del riesgo, que en muchas ocasiones no compensa la rentabilidad
obtenida. Para tratar de minimizar este riesgo y maximizar los beneficios esperados, los agricultores pueden hacer uso de la tecnología de invernaderos, que
ha sido creada precisamente con este fin y que en los últimos 20 años ha tenido
un avance significativo impulsado por los desarrollos tecnológicos en otros campos, como en la informática, la electrónica y la industria química, entre otras
(Shany, 2007).
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